A ti me vuelvo, gran Señor que alzaste
a costa de tu sangre y de tu vida
la mísera de Adán primer caída,
y adonde él nos perdió nos recobraste;

A ti, Pastor bendito, que buscaste
de las cien ovejuelas la perdida,
hallándola del lobo perseguida,
sobre tus hombros santos te la echaste.


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