Por los siglos de los siglos



Yo Juan,… estaba en la isla llamada Patmos
por causa de la palabra de Dios y del testimonio
de Jesús.

Y…, vi siete candeleros de oro, y en medio
de los candeleros vi a uno semejante al
Hijo del Hombre,

Vestido con una vestidura que le llegaba hasta
los pies y tenía el pecho ceñido con un cinto de oro.

Su cabeza y sus cabellos eran blancos como la
lana blanca, como la nieve, y sus ojos eran
como llama de fuego.

Sus pies eran semejantes al bronce bruñido, ardiente
como en un horno. Su voz era como el estruendo
de muchas aguas.

Tenía en su mano derecha siete estrellas, y de su
boca salía una espada aguda de dos filos.

Su rostro era como el sol cuando resplandece en su
fuerza.

Cuando le vi, ca’ como muerto a sus pies. Y puso
sobre mí su mano derecha, y me dijo:

¡No temas. Yo soy el primero y el último, el que vive.

Estuve muerto, y he aquí que vivo por los siglos
de los siglos.


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